Universidad Miguel de Cervantes

TOMÁS DE AQUINO TEORÍA MORAL, POLÍTICA Y JURÍDICA. John Finnis

Traducción de Fabio Morales

Prólogo a esta edición por Cristóbal Orrego S.

Instituto de Estudios de la Sociedad, 2019

Al articular la herencia de la filosofía griega y el derecho romano con la enseñanza católica, Tomás de Aquino fue uno de los pensadores más influyentes en el desarrollo de la civilización occidental.

Volver a reflexionar sobre su obra es un ejercicio intelectual siempre estimulante, y más todavía a partir de la mirada de John Finnis. En este documentado estudio, el prestigioso académico de la Universidad de Oxford examina de manera crítica y novedosa la filosofía práctica propuesta por el teórico medieval.

La edición inglesa de Tomás de Aquino. Teoría moral, política y jurídica dio inicio a la prestigiosa colección “Fundadores del pensamiento político y social moderno” de Oxford University Press. En base a un exhaustivo trabajo de fuentes, este libro analiza los principios de la teoría social, la relación entre libertad y moral, el fundamento de la justicia y los derechos humanos, el papel del Estado y, en suma, el sentido de la existencia y la acción humanas.

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PREFACIO A LA PRESENTE EDICIÓN

Durante las dos décadas transcurridas desde que este libro apareció por prime-ra vez en inglés, he seguido no solo leyéndolo críticamente con los estudiantes de derecho y de teoría política (en su mayoría), sino también defendiendo los principios y tesis de santo Tomás contra las objeciones y los malentendidos. Esa lectura y esa defensa me han confirmado en la comprensión de Tomás de Aquino que el libro propone. Y, lo que es más relevante, me parece que confirman cuán importante es su trabajo filosófico-teológico para nuestros tiempos.

Más que nunca, muchos deberían tener acceso, como a lo largo de los siglos, al pensamiento del académico y maestro que, con un genio único, habla a favor de —y sobre la base de— la razón, la evidencia, la objetividad y la disponibilidad de juicios verdaderos tanto sobre el orden real de las cosas, independiente de nuestra razón, como sobre el orden verdaderamente valioso de estados de cosas buenos que podemos hacer realidad en nuestras propias vidas y en las vidas de los demás mediante nuestra razón práctica y nuestras elecciones libres sensatas. Al escribir el libro, tenía la esperanza de dejar que Tomás de Aquino nos hablara, no desde una escuela de interpretación establecida, sino más bien con sus propias palabras, a menudo citadas directamente y, a menudo, parafraseadas y dispuestas de una forma que cabía esperar salvaran la distancia de esos siete siglos de cambio lingüístico y cultural que se interponen entre él y nosotros.

La experiencia de estas dos décadas me ha sugerido o confirmado la importancia estratégica de las iluminadoras posiciones del Aquinate sobre muchos asuntos: sobre la distinción entre los tipos de orden (y la distinción correspondiente entre los tipos de ciencia o discurso (capítulo II.1)); sobre el principio gnoseológico o epistemológico fundamental de que las naturalezas (siendo de una clase determinada) se entienden solo mediante la comprensión previa de los objetos de los actos o actividades de los que los seres de esa clase o naturaleza son capaces, y la relación de este principio con la prioridad metafísica de las naturalezas (II. 3); sobre nuestra capacidad de entender los primeros principios del razonamiento práctico mediante la comprensión de las formas de bien a las que esos principios nos dirigen, y sobre lo vano que es considerar nuestras inclinaciones como la ruta o guía para esa comprensión (III.7, especialmente su sexto y séptimo párrafos); sobre los sentidos del «bien común» y el doble error de la «autonomía» egoísta (IV.3); sobre la brillantez y el valor de las ideas de santo Tomás acerca del bien humano básico del matrimonio y de su gran significación para las personas casadas y solteras por igual (V.4); sobre normas morales verdaderas que no admiten excepción (V.6); sobre las personas humanas como «fines en sí mismas» con una radical igualdad, libertad y —Tomás de Aquino posee el concepto, aunque no el término— «derechos humanos» (V.1 y 7); sobre la interacción entre el derecho a la propiedad privada, la responsabilidad social y el bien genuinamente común que están en juego en las instituciones sobre la propiedad (y sobre el territorio) (VI.2); sobre la distinción, tan oscurecida en la tradición común tanto antes como después del Aquinate, entre el bien común y el bien público que delimita la jurisdicción del gobierno y del derecho de un Estado (VII. 2 y 5); sobre la ley como un llamado desde una mente (de los legisladores) a otra mente (de los súbditos) (VIII.1 y X.3); sobre la importancia de la intención para identificar los límites justos para el uso de fuerza letal (IX.3); sobre la necesidad racional de juzgar que ha habido una creación de la nada por obra de una mente y libre albedrío trascendente (X.2), de estar alerta a la información (revelación) de una fuente de ese tipo, y de distinguir, como hace santo Tomás, entre la importancia suprema de la portadora institucional de esa revelación y su jurisdicción limitada sobre los asuntos humanos (X.5).

El editor y el traductor de esta nueva traducción, cuyo trabajo dedicado aprecio enormemente, proporcionarían sin duda, cada uno, una lista que quizás se superpondría, pero que ciertamente sería diferente, de esta selección de temas de especial interés. Y el libro se esfuerza, ahora en la cuidada traducción académica que ellos nos ofrecen, por ayudar a los lectores a avanzar y retroceder dentro de él, tal como uno puede y debe hacer en ese cuerpo enormemente mayor de la obra de santo Tomás, en cuya profundidad y riqueza esta obra no puede más que introducir a una nueva generación de lectores para su propia reflexión crítica y su búsqueda de la sabiduría.

John FinnisOxford

31 de diciembre de 2018